El llamado síndrome de alienación parental es difícil de diagnosticar, ya que no resulta sencillo diferenciar si el no deseo del hijo de ver al papá o la mamá surge de manera espontánea o por el poder que tienen los mensajes dados por el padre que tiene la custodia.
Si bien los padres suelen ser quienes más se preocupan del bienestar de sus hijos, a veces hay discusiones o problemas entre ambos progenitores que, sin quererlo, terminan provocando heridas invisibles en los niños.
Al respecto, el doctor Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil de Clínica Alemana, explica que existe un fenómeno conocido como síndrome de alienación parental que corresponde a actos, conductas o expresiones que uno de los padres realiza, generalmente el que vive con el niño, destinados a inculcarle la descalificación, la imagen negativa y el no deseo de ver al otro progenitor.
“Esta relación se podría catalogar dentro del concepto más amplio de maltrato psicológico o afectación emocional de un menor frente a una relación parental conflictiva”, agrega el especialista.
Es habitual que ocurra en relaciones conyugales y parentales extremadamente patológicas, en que se vive separados y se ha generado un alto nivel de desconfianza, donde con frecuencia existen múltiples procesos judiciales de por medio.
El diagnóstico es difícil, ya que no resulta sencillo diferenciar si el no deseo del hijo de ver al papá o la mamá que no vive con él surge de manera espontánea de la misma relación o por el poder que tienen los mensajes dados por el padre que tiene la custodia.
Asimismo, es necesario diferenciar si la imagen que tiene el niño de ambos progenitores se debe a la realidad que vive o a mensajes inculcados por alguno de los padres.
El doctor Alfonso Correa explica que es de suma importancia tratar a los niños que viven bajo esta dinámica porque, de no recibir ayuda, se genera un gran daño a nivel emocional, ya que se ve perturbada la relación del hijo tanto con el padre que tiene la tuición como con el otro.
Además, el niño va formando una visión de mundo asociada a la desconfianza y sobreinvolucramiento en el conflicto parental.
Para esto, es fundamental trabajar la funcionalidad parental y la construcción de esta imagen en el menor acorde a su realidad. Esto debe realizarse sin presionarlo en ninguno de los sentidos, es decir, sin forzarlo a aceptar al padre con el que no vive, pero tampoco predisponerlo a tener una postura de rechazo hacia él.
Fuente: La Tercera
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